La FIFA: un inesperado jugador con poder de veto
Si alguien pensaba que la FIFA tenía que ver con el fútbol y sólo con el fútbol, se equivoca rotundamente. La decisión del gobierno chileno de estudiar una posible modificación a la recientemente aprobada Ley de Televisión Digital, debido a la amenaza de esta Federación mundial de impedir que la Selección y los clubes nacionales participasen en torneos internacionales, si no se modificaba la normativa, viene a evidenciar el enorme poder de aquella entidad, sobre las decisiones de política pública de un país como Chile.
Para muchos, esto pudiera ser sintomático de una cierta debilidad institucional de nuestro país, pero a mi modo de ver, responde sencillamente a la mayor exposición a influencias externas a la que quedan sometidos los Estados-Nación en el contexto de la globalización, y como resultado de aquello, a las consecuencias de la acción de nuevos e inesperados jugadores con poder de veto sobre los sistemas políticos, como es en este caso, la FIFA.
Los enfoques teóricos en esta materia, tienden a señalar que los actores con la capacidad de contrapesar a otros en materia de política pública, esto es, con capacidad de ejercer veto sobre las iniciativas, están especificados ya sea en la Constitución o en el sistema político propiamente tal. Puede ser el Ejecutivo, el Congreso o un determinado conjunto de partidos políticos. Y a la vez, estos operan en el marco institucional y normativo vigente. Todo esto permite vislumbrar la manera en que se comportarán los actores y con ello, reducir la incertidumbre del sistema.
Por eso llama la atención la aparición inesperada de un organismo transnacional, de corte “deportivo”, que es capaz de influir de manera tal de lograr que sea evaluado un cambio a una Ley que se tramitó durante cinco años. Y claro, no es que actúe directamente, pero aunque lo hace de modo indirecto, su amenaza es de tal calibre que impele al Ejecutivo a estudiar la posibilidad de presentar el veto, de modo tal que resulten garantizados lo que la FIFA considera sus propios derechos y privilegios.
Con esto la polémica queda instalada. ¿Actuó bien el gobierno aceptando la amenaza? No tengo una respuesta clara. Sólo me atrevo a manifestar que el viejo adagio del “pan y circo”, devenido en “pan y fútbol”, cobra más vigencia que nunca. Porque en verdad ningún gobierno estará dispuesto a asumir el costo político que implicaría actuar por omisión, si la consecuencia de ello es la exclusión de la escuadra nacional y de los clubes chilenos de ligas y campeonatos internacionales. Ello, aunque sea la soberanía nacional la que haya quedado en entredicho.
Golazo. 1-0 para la FIFA
Tito Flores