14 de Octubre de 2013
Las 50 sombras de Bachelet
El “nos vemos en marzo” y el “paso” son, a estas alturas, anécdotas de una campaña en la que la característica ambigüedad de Bachelet frente a temas fundamentales para Chile ha sido llevada a límites insospechados. Para nosotros, el ejercicio natural de la memoria reciente nos lleva a dudar del cumplimiento de estas medidas, algunas ya anunciadas bajo su mandato y nunca implementadas. Recordaremos esas 100 hebras de la soga: las 100 medidas en 100 días de las cuales sólo el 33% llegaron a puerto. Es por eso que hoy, ante el gran anuncio gran, no podemos hacer otra cosa que bautizar estos marketeros lineamientos como “Las 50 sombras de Bachelet”.Los desesperados intentos por continuar secuestrando el debate y circunscribirlo a la jaula de Guzmán, parecieran seguir un libreto predeterminado por agencias de marketing donde destacan como importantes tareas el decir poco, discutir menos y comprometerse a casi nada. Puede que sea una estrategia que genere resultados, sin embargo, esto se ha transformado en el reflejo del claroscuro en el que transitamos, en donde la Nueva Mayoría aglutina una amplia gama de sensibilidades políticas, convergiendo Dios y el Diablo, sin conseguir una síntesis efectiva que dé paso a ese Chile que se sueña en las calles.
El método ciudadano que aplica la democracia directa por medio del Referéndum, le da escozor a una clase político-empresarial que no quiere soltar la pelota. Esto se hace evidente en Bachelet, que se ha dado vueltas cual acróbata, sin asumir una posición, dejándoles la pugna a Fernando Atria, que defiende el proceso, y a Camilo Escalona, que lo califica como una “tentación del izquierdismo”, con el sólo fin de estancar cualquier conquista de poder popular constituyente.
La Asamblea Constituyente para nueva Constitución es la primera y más importante. Dado a esto no debiesen existir dobles lecturas ni contradicciones. Para quienes abogamos por la democracia, es imperativo sepultar los parámetros de los Chicago Boys argumentados por el soliloquio abstracto e individualista de Guzmán, para construir las bases de una nueva institucionalidad soberana del pueblo de Chile. El método ciudadano que aplica la democracia directa por medio del Referéndum, le da escozor a una clase político-empresarial que no quiere soltar la pelota. Esto se hace evidente en Bachelet, que se ha dado vueltas cual acróbata, sin asumir una posición, dejándoles la pugna a Fernando Atria, que defiende el proceso, y a Camilo Escalona, que lo califica como una “tentación del izquierdismo”, con el sólo fin de estancar cualquier conquista de poder popular constituyente.
Hablar de derechos sociales, principalmente de la educación, es bastante complejo si mantenemos la estructura de un estado subsidiario. Mientras Bachelet hace anuncio de la creación de dos universidades regionales, no se explicita qué pasará con el sistema educacional en sí mismo. ¿Seguirá regido por el actual sistema de autofinanciamiento de las que, en el papel, son universidades estatales o bien sí prevalecerá la visión de José de Gregorio, aun cuando Camila Vallejo diga todo lo contrario? No se sabe, sólo sabemos que el PC ha girado hacia el centro y que hoy, cooptado, parece tener un acotado margen de maniobra.
Los anuncios para los trabajadores no dejan de ser palabras de buena crianza. Apostar porterminar con el multirut es una movida estéril. De lo que se trata es de restituir el poder a los trabajadores frente a la omnipotencia del gran empresariado, y eso sólo se hace con un Nuevo Código del Trabajo que proteja al trabajador y sus derechos a la negociación colectiva y la sindicalización, que hagan contrapeso al poder del capital.
Preocupados del futuro, sabemos que la creación de una AFP estatal no solucionará el grave problema que sufren los trabajadores en Chile. Se enmarca en la lógica de mercado, donde la competencia no asegura una mejora sustantiva de las pensiones, pues continúa siendo una responsabilidad individual de quienes crean la riqueza de la que pocos se benefician. Revertir esto significa instalar un sistema solidario de pensiones en el cual todos, trabajadores, empresarios y por supuesto el Estado participen.
Lamentablemente, lo que podría haber sido una oportunidad para abrir la cancha y profundizar el debate respecto del futuro de Chile, terminó por mostrar lo peor de la Concertación y la Alianza: una defensa corporativa a un sistema que le conviene a una minoría parapetada en el cuoteo y el procedimiento duopólico. El modelo de Pinochet, relavado y enjuagado por estos años, pero que aun con sus innumerables ajustes mantiene latiendo la esencia de la Dictadura o la gran sombra de Bachelet. Una que se desglosa en 50 medidas donde prima el gatopardismo.
Las del 17N serán las elecciones con mayor cantidad de candidatos de los últimos años. Para quienes hemos apostado por la construcción de un proyecto político refundacional, recuperar el espacio público para el debate de ideas, con participación y decisión ciudadana, es fundamental.
Existen temas trascendentales que definirán el futuro después de las elecciones presidenciales. El trance histórico y la responsabilidad ante el futuro nos obligan a dar a conocer cada punto y cada propuesta con detalles, despejar las inconsistencias, los eslóganes y, por supuesto, los intereses de los grupos que determinan a la confusión y opacidad del pueblo de Chile.
El concepto de Todos A La Moneda no se sitúa sólo electoralmente, sino que cruza hacia una tercera vuelta, la que irrevocablemente se dará gane quien gane estas elecciones y en las cuales participaremos con la amplitud de las fuerzas sociales que no dan espacio a ninguna sombra.
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